Impermanencia: Todo en la Vida es Cambio.

Thich Nhat Nanh decía que no es la impermanencia la que nos hace sufrir sino el querer que las cosas sean permanentes cuando en verdad no lo son. 

Vivimos sumergidos en una cultura que, casi sin darnos cuenta, nos somete (y nos manipula) para que vivamos en una especie de trance a través del cual nos convencemos de que todas las cosas a nuestro alrededor son nuestras. Así, nos resulta tremendamente difícil concebir que todo aquello que creemos que es nuestro, realmente no nos pertenece. 

Para la sabiduría budista la impermanencia es una ley. Una ley que todo lo atraviesa. Y como decía Nhat Nanh cuando nos resistimos a esa impermanencia estamos condenados a sufrir. 

 En la vida, como todas sabemos, todo está sujeto a los cambios, ya sean progresivos o radicales. Sin excepciones. Recuerdo que cuando era joven solo quería divertirme y me costó muchos años “despertar” y preguntarme “¿qué quiero hacer con mi vida?” . Me entretenía con tantas cosas que no tenían ni el más mínimo sentido, incluso corriendo riesgos totalmente innecesarios. Estaba muy lejos de tomar consciencia de que la vida que tenía entre las manos, en aquellos años de juventud, en cualquier momento se podía acabar. 

 Y nadie sabe cuándo ese momento va a llegar… 

Hace poco, leí un dato que decía que las personas en el transcurso de su vida, se pasarán una media de 8 años viendo televisión (esto incluye Netflix, series etc.) y una media de 7 años en Redes Sociales. No obstante y de forma paradójica, vivimos en pie de guerra contra el tiempo, queriendo alargar nuestra existencia.

Pero ¿cómo podría horrorizarme de que alguien se pase una media de 7 años desperdiciando su vida mirando su teléfono, si yo misma me pasé más de 20 desperdiciando la mía?

El concepto de impermanencia es muy profundo. Casi nadie se despierta por la mañana y se pregunta con propósito: “¿para qué quiero vivir un día más?”. Simplemente continua respirando. 

 Los griegos tenían un concepto de la felicidad muy interesante. Decían que existían dos tipos de felicidad: la hedónica y la eudaimónica. Los 8 años de vida viendo Netflix nos proporcionarán una felicidad hedónica, por lo que ver series, pedir una pizza, disfrutar de un vino, escuchar buena música etc. nos hace hedónicamente felices. Y no tiene nada de malo disfrutar de aquellas cosas o experiencias que vienen desde fuera solo que estas distan mucho de lo que nos puede proporcionar una felicidad eudaimónica. 

  Quienes mueven los hilos en esta sociedad de consumo gustan de convencernos que la felicidad hedónica es todo lo que necesitamos y basan toda su estrategia de negocio para distraernos, generando así más dinero. Es por esa razón que para Youtube por ejemplo, lo más importante es el tiempo de permanencia del usuario en su plataforma y mientras más te pases en un canal, más le pagará al “youtuber” que generó el contenido. Tú te distraes, ellos ganan. Negocio redondo. 

 Algo muy distinto de la felicidad eudaimónica que surge de lo que manifestamos desde el interior. 

Desde que ya no vivo con mi madre, me despierto cada mañana a las 6:00 AM sin necesidad de poner el despertador. Ahora, disfruto del privilegio de dormir mirando hacia el este, y es el amanecer y no el despertador el que hace que abra mis ojos cada nuevo día. Para mí, eso es felicidad eudaimónica, porque me hace sentir que esa luz es un regalo de la naturaleza que me ayuda a conectar con mi Ser interno y sus propósitos.

Luego de ducharme, me voy a desayunar con mi madre, siendo consciente de la impermanencia de esos momentos, que sé que no durarán para siempre. 

 Cuando despertamos a la realidad de la impermanencia es cuando nos hacemos conscientes de que todo lo que hagamos en el momento presente tiene que ir enfocado al verdadero sentido de la existencia. No deseo que lo primero que quiera ver es cómo está el estado de mis números en el banco, o abrir inmediatamente el Instagram, sino que realmente quiero pensar en vivir ese día como si fuera el último de mi vida. 

 No es un cometido de la mente, es un cometido del Ser. 

Cuando irrumpe el amanecer hago una breve salutación al sol con postura de yoga juntando mis manos frente al chakra corazón como si estuviese orando. Cierro mis ojos, respiro e imagino que con cada respiración introduzco la energía lumínica del sol y desde mi corazón le doy la bienvenida. La felicidad eudaimónica corre por mis venas. Es olvidarme de gestionar mi tiempo y comenzar a gestionar mi energía. (En este artículo de la serie Yoga de PMagazine te expliqué la postura de la oración ).  

Una media hora más tarde, comienzo a observar el metro que pasa en altura con sus vagones llenos de gente desplazándose a sus trabajos mientras bebo un vaso de agua. La mayoría, seguramente va pendiente de sus teléfonos, de sus temas cotidianos. La falta de consciencia de esta ley universal de la impermanencia nos impide que nos veamos a nosotros mismos de maneras distintas a como éramos hace unos años atrás, cuando vivíamos entretenidos, perdidos, buscando aquella satisfacción que queríamos hallar en lo externo. 

 Hace unos días, – entre jugo de naranja, café, pan caliente y su compañía a la hora del desayuno – mi madre me contaba muy triste que había visto en las noticias que un chico de 23 años – que iba a trabajar en su bicicleta temprano -, fue mortalmente embestido por un autobús en una curva. Yo me preguntaba, ¿Qué estaría haciendo hace unas horas ese mismo chico mientras yo miraba el amanecer? ¿levantándose al sonido de su despertador? ¿mirando sus redes sociales mientras desayunaba? ¿contestando algún mensaje para programar el fin de semana con sus amigos? Es triste pensar que solo una catástrofe nos podría sacudir y hacernos despertar a la realidad de la impermanencia.

 La fragilidad de la vida es un hecho. Aunque nos imaginemos viejitas, acostadas en una cama rodeada de nuestros seres queridos y habiendo hecho una profunda reflexión de nuestra vida, lo cierto es que nuestra hora nos llegará cuando menos lo esperamos. 

 Eckhart Tolle dice que el secreto de la vida es “morir antes de morir” . En realidad morir, es despejarse de todo lo que uno no es y comenzar a vivir desde aquellos valores que emergen del corazón y preguntarnos a cada momento desde dónde hacemos cada cosa que hacemos. 

 Estuve leyendo acerca del sistema evolutivo de Paul Gilbert que habla de que existen 3 sistemas de regulación emocional y que los seres humanos tenemos respuestas asociadas a esos 3 sistemas. Cada sistema se asocia a diferentes patrones que son: los fisiológicos, los neurológicos y los hormonales. Es una interesante perspectiva evolutiva del cerebro y la mente. 

 Para explicarlo de forma fácil, nuestro cerebro tiene una parte que es más “antigua”  y que está asociada a las emociones más básicas que son: mantenernos a salvo, buscar recursos, sobrevivir etc. El famoso “fight or flight”.  Es lo que experimentaban los primitivos todo el tiempo: salir de caza y recolección para alimentarse y sobrevivir (y también vérselas con el dientes de sable entre otros peligros). 

 Hay otra parte del cerebro que es más “nueva” y que tiene otras competencias como contar historias, pensar, imaginar cosas, rumiar etc.. Que exista una parte del cerebro más nueva, no quiere decir que la antigua no funcione. Al contrario. Ambas funcionan en una especie de bucle. Cuando vamos por la calle y alguien nos sigue de forma sospechosa, comenzamos a tener palpitaciones. La adrenalina y el cortisol se disparan y comenzamos a correr. Hay una sensación de amenaza que fue activada por el pensamiento de que “puedo ser atacada”, pero horas mas tarde, podemos sentarnos en un Starbucks a charlar con los amigos.

Te explicaré un poco acerca de estos sistemas.

1.Sistema de amenaza. Es muy necesario porque es una parte de nuestro sistema nervioso que está pendiente de todos los riesgos que se nos puedan presentar (tanto reales como imaginarios). 

Durante las primeras semanas de la aparición de la “pandemia” vivimos constantemente dentro de ese sistema de amenaza. Noticias mostrando personal sanitario vestido como  astronautas de la NASA, cadáveres de personas apilados en las calles, noticias de suicidios de médicos y enfermeras, y un sin fin de información -y desinformación- que provocó que aflorara con más fuerza que nunca a nivel global, una de las emociones más paralizadoras en el ser humano: el miedo.

Asociado fisiológicamente a una parte del cerebro primitivo (la amígdala) el sistema de amenaza es lo que prepara a las personas para la lucha, la huida o la parálisis. Es el más antiguo y el que se activa de forma más fácil ya que tiene el mandato de sobrevivir. Lamentablemente en los niños hay inmadurez para activar sistema de amenaza y por esa razón son más vulnerables. 

 Mi hija, que es autista, no sabe correr, por lo que para ella sería muy difícil poder escapar de una situación de amenaza.

 Cuando las personas viven en constantes crisis de pánico, ansiedad o depresión, su sistema de amenaza está «mal calibrado» por llamarlo de alguna manera, por lo tanto, su sistema nervioso está en constante estado de agotamiento. 

2. Sistema de logros : Es cuando las personas buscan recursos, es lo deseable. Es aquella parte que busca algo que nos otorgue una sensación de placer . Funciona con el flujo de dopamina y la recompensa.

 Cuando nuestro cerebro detecta que algo es “bueno”, pide más. Existen personas que no se permiten disfrutar de las cosas y tienden a deprimirse. Con mucha seguridad tienen deficiencia en ese sistema de regulación emocional. Por el contrario, aquellas personas que viven estresadas y ansiosas por lograr más y más dinero o reconocimientos tienden a tener exacerbado su sistema de regulación. Aquí entra la categoría de las adicciones y los TOC. Cuando nos preguntamos qué queremos lograr que esté alineado con lo que queremos en la vida también estamos moviéndonos dentro del sistema de logros. 

3. Sistema de calma. Cuando nos sentimos seguras, contentas y conectadas con nosotras mismas. Cuando meditamos, cuando paseamos por un bosque o practicamos mindfulness activamos tan preciado sistema.  

 Sometidas a un bombardeo constante de miedo, sobre todo en lo relacionado con el incierto panorama que afecta a nuestros proyectos, necesitamos regular el sistema de amenaza y aquella rumia mental que hace que pensemos en “posibles” escenarios de catástrofes una y otra vez. Muchas veces, no son las situaciones que estamos pasando las causantes de nuestra intranquilidad, si no que estamos intranquilas a causa de las historias que nosotras mismas nos contamos acerca de esas situaciones. 

La narrativa que acostumbramos a tener de nuestra vida y sus circunstancias tiende a ser casi “catastrófica” porque vivimos dándonos vueltas entre el sistema 1 y el 2 y activamos muy raramente el 3. Es por eso que habiendo muerto alrededor de un 2 % de la población de SARS-CoV-2 ( y con enfermedades de base asociadas ) más del 90% de la población mundial corrió desesperadamente a vacunarse.  

 Te estarás preguntando por qué toda esta explicación de los sistemas de regulación emocional. La respuesta es simple. Necesitamos modificar la arquitectura de nuestro cerebro. Cuando estamos absorbidas por las historias que nos contamos, estamos olvidándonos de la transitoriedad de aquellas cosas que se nos imponen como evidencia real y tendemos a aferrarnos a nuestros estados mentales, ya sea a experiencias gratificantes como a emociones disfuncionales. 

 Cuando forzamos relaciones que ya no tienen vuelta atrás, cuando nos aferramos a viejos patrones y creencias limitantes, cuando queremos ver resultados diferentes sin dejar de hacer lo mismo ( que es la definición de la locura según Einstein), de una u otra forma estamos resistiéndonos al cambio. Abrir la puerta y reflexionar acerca de la impermanencia nos traerá una bocanada de aire fresco y nuevas maneras de calibrar nuestra vida, dándole prioridad a aquello que sí es importante. 

La impermanencia reside en el sistema de calma. En la zona de la corteza prefrontal. Hoy, más que nunca, se hace necesario vivir en ese sistema de calma, volver a la escucha atenta, a mirarnos a los ojos, sonreír cuando estamos frente a otra persona a la que queremos hacer sentir cómoda.  así, entramos a la fisiología de la calma, como la que ofrece una madre cuando toma a su bebé en brazos con todo su caudal de oxitocina.

Uno de mis ejercicios favoritos de mindfulness es detectar aquella emoción incómoda que estamos experimentando y que está dándose vueltas por la amígdala -haciéndonos la vida imposible- y ponerle un nombre. Si digo “esto que estoy sintiendo es frustración” (si te estás sintiendo frustrada por ejemplo), al hacer este simple reconocimiento de forma verbal lograrás que esta emoción un tanto incómoda, pase de la amígdala a la corteza prefrontal. Solo con recorrer ese circuito, cambiando de posición, hará que la sensación de frustración desaparezca.  Haz la prueba. Dejas de sentir frustración y vuelves a tu paz porque estarás liberando oxitocina. Acto seguido piensa en un par de cosas que te hagan sentir contenta contigo misma. La frustración ya será cosa del pasado. Traer mindfulness al cerebro es traer consciencia. Cuando cultivamos un cerebro consciente y compasivo nos podemos dar cuenta de cuándo entramos en una rumia ansiógena y detenerla. Ser conscientes nos libera de esos bucles del cerebro, nos permite poner un STOP y hacer pequeñas modificaciones como poner una pausa, respirar con consciencia, abrazar a un ser querido, conectar desde el corazón. Podemos incluso dejarnos llevar por el poder de la música o los mantras. Cuando hacemos esto estamos permitiéndonos ser compasivas con nosotras mismas. La compasión como motivación tiene el poder de organizar nuestra mente. 

 Regalémonos a nosotras mismas la fisiología de la calma, siendo auto compasivas. Hablémonos de forma amable en la intimidad de nuestra mente, seamos nuestras propias «coaches» . Para el entrenador de boxeo Cus D’amato ver a un hombre que no era vencido por su mejor oponente sino por SI MISMO, era una gran tragedia.

 

Observar como duerme mi hija Rafaela me hace liberar caudales enormes de oxitocina. Me sitúa en la zona de la calma.

La neurociencia ya ha comprobado que la meditación cambia la arquitectura del cerebro y reduce los niveles de ansiedad. Poder decir que el entrenamiento mental diario puede producir cambios estructurales en el cerebro y un impacto positivo en nuestra vida es algo absolutamente revolucionario. Aún así las personas no han tomado conciencia de lo que significa educar su interioridad.

The Sound of Silence

El dúo Simon & Garfunkel cantaba una canción llamada “The Sound of Silence” (el sonido del silencio).

“Hola oscuridad, mi vieja amiga. Quiero hablar contigo de nuevo”– comenzaba la canción.

 No se trata de subestimar aquellos momentos en que nos sintamos tristes. Una cosa es permitirse llorar y dejar que las emociones fluyan para luego volver a la calma, y otra muy distinta es aferrarnos a historias pasadas o crearnos escenarios inciertos en la mente. Nada de lo que vemos es como realmente es. La ley de la impermanencia nos recuerda que no hay nada como aceptar que todo está sujeto a un proceso de cambio constante y lo que es más importante aún, – y la única certeza que tenemos en esta vida-, siempre tener muy presente que algún día dejaremos de vivir. Pero vivimos en una clase de sociedad que no nos ha enseñado a mirar de frente, ni a reflexionar acerca del tema más importante de nuestras vidas.

El escritor Wayne Dyer no lo pudo haber expresado mejor:

«Siendo la muerte una propuesta tan eterna y la vida, tan increíblemente breve, pregúntate: ¿Debo evitar hacer realmente las cosas que debo hacer?»

 

Un abrazo!

 


 

6 Comments

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  1. 1
    Raquel Pacheco Martínez

    El ser ..la escucha activa…son conceptos que me han acompañado desde hace poco y se quedarán conmigo..
    Ayer Yasna falleció mi suegro. Tuvo el proceso natural de la muerte y le he visto pasar por la fase de miedo huída y después aceptación. No pude acompañar a mi padre como lo he hecho con mi suegro y siento que la vida me ha hecho un regalo porque quizás ahora estoy preparada para entender más cosas. Me ha gustado mucho tu artículo. Cuando siempre tenemos estrés conseguimos apagar la glándula encargada de regular la adrenalina. Redes sociales, etc…si…pero sabiendo que antes de eso había mucho más, y que no debemos tapar nuestros miedos para no escucharlos porque eso es lo que quieren . Nosotras mandamos!!!! 💪

    • 2
      Paulownia Magazine

      Te mando un abrazo Raquel y estoy muy agradecida por tener la oportunidad de conocer mujeres como tú. Fue bueno que hayas podido acompañar a tu suegro en sus últimos momentos. Siempre reconforta saber que hacemos todo lo posible por ayudar a los demás.

  2. 5
    Mariluz

    He leído esto en el momento indicado, todo resonó en mi y estoy en un momento de cambio muy fuerte y eso que mencionas acerca de cómo nos tratamos/hablamos a nosotros mismos es tan cierto.
    Es maravilloso leerte y volverlo tan consciente.
    Saludos

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