Prácticamente desde que tenemos uso de razón, hemos visto en las tiendas y en los mercados hierbas para preparar. Lo que más nos suena es aquello de separar unas cuantas hojas – con o sin tallo- lavarlas y ponerlas en una jarra y verter agua hirviendo.
El modo más común de utilizar hierbas es utilizando material fresco. Las hierbas pueden ser silvestres o cultivadas en el huerto o el jardín. También, podemos comprarlas frescas en algún mercado, como es el caso de la albahaca, la menta o el jengibre. Como sabemos, mientras más fresco sea un producto, mayores son sus valores nutricionales y lo mismo aplica para la “mayoría” de las plantas medicinales. Mientras más frescas, mayor es su fuerza medicinal.
Y puse la palabra mayoría entre comillas porque algunas hierbas pueden ser demasiado potentes o tóxicas cuando están frescas pero al secarse o envejecer volverse suaves.
Para tener disponible hierbas durante todo el año, el secado, es el método más antiguo y más fácil de preparar para luego almacenarlas. Secar hierbas ayuda a que se mantengan casi todos sus compuestos y a que se conserven la mayor parte de sus cualidades medicinales. Las hierbas secas, se deben de guardar en recipientes herméticos, alejadas de la luz, del calor y de la humedad ya que estos factores podrían deteriorar el producto. La mayoría conservan su potencia de uno a dos años como mínimo, aunque tenerlas demasiado tiempo no es aconsejable.
Lo que se conserva más son las partes duras como la corteza o las raíces, a diferencia de las hojas, flores y otras partes más delicadas. Si comparamos; las hierbas que son aromáticas son las que se deterioran más fácilmente ya que sus aceites esenciales con el tiempo se evaporan y se pierden con mayor facilidad. Es por esta razón que es aconsejable utilizarlas en el plazo de un año.
En el mundo de la herbolaria. Cada hierba es un mundo. Existen cortezas y raíces astringentes que pueden mantener su fuerza durante una década e incluso más. Entonces, una vez tenemos las hierbas secas ¿como podemos usarlas?… La respuesta es de varias maneras. Se pueden utilizar a granel o prepararlas en cápsulas o comprimidos.
Las hierbas secas a granel las podemos conseguir de forma fácil en los mercados y en varios formatos ( en polvo, cortada, tamizada o entera ). Siempre es mejor comprarlas tamizadas o cortadas si la vamos a tener almacenadas durante algún tiempo. Es importante recordar que si está expuesta al aire el material se degrada – esto es por lo que se explicó más arriba respecto a los aceites esenciales-.
También se pueden pulverizar. Esto es ponerlas en un molinillo y molerlas. Esto es excelente para añadir a los alimentos o ensaladas. Pulverizadas también se pueden utilizar en cataplasmas, para comprimidos, para hacer infusiones o para elaborar extractos.
Hoy en día se pueden adquirir cápsulas de gelatina y rellenarlas con las hierbas pulverizadas. Esto ayuda cuando hay que tomarse una hierba que tiene mal sabor haciéndolo más fácil. De esta manera se consume la planta entera incluida su fibra. Lo ideal es adquirir cápsulas vegetales – también las hay de origen animal-. Pero no todo es positivo con este método ya que es difícil regular la dosis – si se rellena con plantas más fuertes-.
Sentir el sabor y el aroma de una hierba ayuda a regular la dosificación. Para eso tenemos el sentido del olfato y el gusto, que por cierto son engañados con alimentos refinados llenos de azúcares, sal, grasas etc… Por eso, consumir alimentos naturales y en el caso específico de las hierbas, está regulado por el uso de los sentidos. ¿Te has fijado por ejemplo cuando te comes una fruta o una verdura … por muy rica que esté, llega un momento en que el cuerpo te dice “basta”?. Lo mismo aplica con las infusiones o extractos de hierbas. Puede que sean muy agradables pero una vez que hayamos tomado cierta cantidad el cuerpo comienza a resistirse, algo que no sucede con las cápsulas.
Otra de las desventajas de tomar cápsulas en hierbas es que no son procesadas a través de los sentidos. Las hierbas tienen una acción primaria que trabaja a través de los sentidos para producir un efecto inmediato en el organismo a través del sistema nervioso, es más, algunos beneficios de las hierbas dependen casi exclusivamente de los efectos primarios. Muchas personas prefieren tomar hierbas amargas en cápsulas pero ese sabor amargo de la hierba , si se toma de forma natural ayuda a estimular las secreciones digestivas como el ácido clorhídrico del estómago que ayuda a que se digieran correctamente los alimentos. Un estómago con elevada acidez actúa como una barrera contra las infecciones eliminando la mayor parte de las bacterias. Por ejemplo los tónicos de genciana tomados 15 minutos antes de las comidas mejoran la función digestiva. Una respuesta que es imposible si se toma la genciana en cápsulas.
Los efectos primarios son una de las razones por las cuales muchas hierbas parecen actuar más de prisa si se toman en forma líquida. En el caso de las cápsulas el itinerario es muy diferente ya que el cuerpo necesita tiempo para descomponerla , rehidratar los polvos secos y luego absorber sus componentes. Aunque puede haber un truco para obtener sus efectos primarios: abrir varias cápsulas y vaciarlas en el mismo frasco y agitarlo suavemente para recubrir con el polvo el resto de cápsulas. De este modo al ingerirlas sentirá el sabor de la hierba en polvo, activándose las papilas gustativas de la lengua consiguiendo así los efectos primarios mientras que la mayor parte de la hierba se ingerirá sin necesidad de saborearla.