!Qué titulo y qué tema¡ Sin duda un reto importante frente a lo que vivimos de cerca entre 2020 y 2022.
Los Aceites Esenciales, AE, han estado presentes en mi vida desde hace 30 años… y cada vez han sido fuente de placer, inspiración, sostén emocional y por supuesto bienestar y salud.
Quiero compartirte que la primera vez que supe de ellos, fue al estar involucrada como bióloga en el área de Fito Patología (si, las plantas también se enferman y debemos saber de que y como apoyarlas en sus procesos). Las Plantas Aromáticas, son buenas para fabricarlos y emplearlos como poderosos agentes que evitan la infección por patógenos como las bacterias, hongos y los virus por citar los mas comunes. Con los AE las plantas establecen “limites fragantes“ para que estos patógenos no destruyan las plantas y de esa manera el vegetal pueda sobrevivir y cumplir su ciclo vital y poder reproducirse. ¿Y por qué? Pues porque las plantas son la base de la cadena alimentaria y si ellas desaparecen por grandes infecciones, no habrá sustento para todo el ecosistema. ¡Esto nos hace pensar que los AE son productos naturalmente antisépticos! Y esa es justamente una vertiente que en esta oportunidad me gustaría comentarte.
Los AE son producto del metabolismo de las plantas por lo que para ellas y dentro de ellas cumplen acciones muy importantes ligadas a la sobrevivencia y por supuesto la “calidad de vida”. Es así como todos los AE cumplen funciones importantes frente a los patógenos qué se desarrollan en los humanos.
Mis experiencias más determinantes frente a los virus especialmente se limitan a dos momentos importantes que hemos vivido en los últimos años:
Lo primero que quiero contar es la experiencia de la epidemia de Influenza, que para México represento toda una experiencia. Para el año 2009, se empezaron a presentar cada vez más casos del virus N1H1, responsable de la influenza. Coincidentemente estaba estudiando un Máster en Estudios Biológico Naturistas y mi tutor de Tesis, me pidió hacer la investigación y aportes que los AE darían en el caso México, donde la salud publica estaba comprometida. Encontrar los reportes científicos del uso de los AE enfocados a enfermedades respiratorias de origen viral, fue relativamente sencillo. El reto, sin embargo, fue apoyar a las personas desde lo que emocionalmente nos impacto: aislamiento, miedo, incertidumbre, falta de contacto físico. Estas medidas de contención poblacional para evitar el contagio de influenza (mortal según las autoridades sanitarias) debían implementarse por seguridad. Así que como tesis de Master, formulé un producto que llamo BRISA ANTISÉPTICA AMBIENTAL, que combina las propiedades terapéuticas de 25 AE que exhiben claras indicaciones frente a virus y bacterias, responsables de las infecciones más comunes de vías respiratorias… Y me aseguré que además apoyaran las necesidades emocionales de una población atemorizada, aislada y confinada donde el contacto para cualquier actividad era situación de riesgo mortal. AE como lavanda, cedro, mandarina, abeto, eucalipto, limón, menta, hojas de naranjo, geranio, ciprés, etc fueron incluidos por su apoyo a algún estado o necesidad emocional. La recepción fragante de la brisa fue muy valorada por cada persona que la usamos y personalmente desde entonces me acompaña de manera frecuente. Se vuelve cotidiana cada vez que hay alguna necesidad puntual en dolor de garganta, gripas, resfriados o incluso resequedad. Cuando hay desequilibrios emocionales, también: ansiedad, algo de nerviosismo, necesidad de dormir y descansar, potencializar y sostener la alegría, etc. Me resta solo decirte que las personas que la usaron mantuvieron su salud apoyada tanto física como emocional y al igual que yo, seguimos usándola de manera frecuente. A partir de la tesis del Master, publiqué el libro “El poder de los Aceites Esenciales como antisépticos respiratorios”.
El segundo evento, ya lo puedes suponer, es la pandemia por Covid 19, donde esta misma formula de base fue revisada, encontrando en la nueva revisión científica, que los AE revisados durante la pandemia… ¡son los mismo! Solo aparece el AE de pirul como una propuesta novedosa.
Re-formulada, puedo decirte, que las personas durante la infección reaccionaron de manera favorable, recuperando la oxigenación y su olfato de manera más rápida comparada con sus familiares y conocidos que no la emplearon. Para las personas que como yo, la usaron de manera preventiva, no tenemos contagios hasta el momento. Y continuamos su uso de manera preventiva, manteniendo saludables nuestras vías respiratorias. Adicionalmente durante el confinamiento, largo y prolongado, a veces con dificultades desde lo laboral por la pérdida de empleos, desde lo social… desconfiar de todos si no portamos el cubrebocas, se presentaron situaciones ambivalentes al estar aislados y desear estar con las personas queridas lo que sin embargo también se vive desde el miedo a contagiarse o bien contagiar por ejemplo a los padres y abuelos.
Oler Aceites esenciales es para mi una actitud muy lúdica y definitivamente consciente que activa al inconsciente. Aquí «conociendo» el AE de pirul mexicano. Y la «verborrea» que salió de mezclas posibles.
Lo que hace la Memoria olfativa!!!!
En lo familiar, las pérdidas que muchas familias sufrimos conforme la situación nos rebasó y por supuesto nos dejaba asombrados al no poder despedirles como estamos acostumbrados. En fin, una vida trastocada y por supuesto nada segura, con grandes conflictos emocionales, sentimentales y hasta existenciales. Sin embargo, la Brisa nos apoyó a mantener estados cada vez más en equilibrio, desde la tranquilidad de la protección y de visión en la toma de decisiones.
Para salir del confinamiento, mis AE mediante la brisa, por medio de mezclas de ellos para difusores y mediante aplicaciones corporales me han apoyado para seguir adelante. Y debo decirlo, para los consultantes que confiando en ellos por moda o bien por anteriores consultas se han acercado a recibir indicaciones de su uso cotidiano y así seguirse apoyando.
Biol. Eva Obregón Domínguez
Máster en Estudios Biológicos Naturistas.
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