Lourdes Mendoza V.I.P Paulover: Mi Marca trajo Alegría a mi Vida.

Soy Lourdes Mendoza, Ingeniera Agrónoma y Veterinaria Zootecnista de 41 años. Soy la creadora de La Dahlia Verde, una empresa de productos Cero Desperdicio y Cosmética Natural en Nuevo León, México.

Estamos enfocados en realizar productos artesanales, que sean de alta resistencia y que puedan reusarse la mayor cantidad de tiempo posible y que al final de su vida útil, sean biodegradables. También elaboramos cosmética natural personalizada y en “small batch”,  con productos amigables con el medio ambiente, de alta calidad y  libres de empaques plásticos.

La historia de La Dahlia Verde no fue planeada, no es la típica historia donde se tiene solvencia económica y se hace un esquema detallado de negocios, con costos de inversión, manejo de redes sociales o planificación de ventas. La realidad es que ni siquiera tenía una idea de qué negocio iba a hacer, ni siquiera me sentía capaz de hacer un negocio, lo único que sabía cuando inicié, es que necesitaba pagar mis deudas y mantener a mi hijo.

Era el 17 Octubre del 2017 cuando me informaron que mi trabajo de ensueño, implementar un proyecto de ganadería orgánica en Veracruz, se venía abajo por problemas de inseguridad. Había estado trabajando durante un año en el proyecto cuando gente armada había entrado en en el lugar donde se llevaría acabo y por obvias razones, no podría realizarlo más. En ese entonces, mi esposo y yo habíamos planeado cambiar de casa, este proyecto no se detuvo, confiaba en hacer el pago con el dinero obtenido por la venta de mi antigua casa y el apoyo económico de mi entonces pareja.

El 11 de Noviembre de ese mismo año, mi esposo decidió separarse, dejándome con mi hijo de dos años y la deuda de la casa.

Para no hacer la historia como la Rosa de Guadalupe, solo diré que entré en pánico, no sabía qué hacer, no quería perder mi casa y no podía pedir trabajo de tiempo completo porque tenía que cuidar a mi hijo, solo sabía trabajar con animales y hacer algunos productos con aceites esenciales, como jabones de glicerina, manteca corporales y aceites faciales que había estado haciendo por hobby año y medio atrás.

Una tarde hablando con mi cuñada, me dio la idea de emprender un negocio con los productos que hacía por hobby y agregar productos de tela que pudieran reusarse y ponerlos en venta. Hacer un negocio de productos Cero Residuos se acoplaba perfectamente a la idea.

Como no tenía suficiente dinero para comprar productos de tela ya hechos y revender, tenía que hacerlos yo. Saqué mi máquina de coser, que hasta ahora no había sido usada y me puse manos a la obra. De fotos  y de tutoriales de youtube, porque no sabía de costura, me aventuré a hacer bolsas de tela para el mandado, servilletas reusables, bolsas para cubiertos que pudieran llevarse a todas partes, toallitas desmaquillantes reusables, toallitas envolventes de cera de abeja y pedí un préstamo para comprar productos como cepillos de dientes de bambú, unos cuantos popotes de acero inoxidable, unos estropajos para hacer jabones de glicerina y unos frascos de vidrio para hacer las mantecas corporales.

Ahora necesitaba un nombre para poder mostrar mi trabajo. Pensé en Verde, como los paisajes en donde trabajaba, como las hierbas que usaba en mis productos, que hiciera referencia a lo natural y biodegradable. Pero buscaba algo más y di con la flor Dahlia, considerada la flor nacional de México, admirada por su gran belleza, entre una de sus variedades, existe una de color verde. Se dice que el recibir un ramillete de dahlias se considera como un “alegre presagio.” Además, es una planta medicinal y nutritiva por lo que es usada como alimento para humanos y animales. El nombre fue perfecto La Dahlia Verde, describiría de donde soy, la belleza, la medicina y lo natural de mis productos y daría un presagio de lo que traería a nuestras vidas. Alegría.

Pronto tuve la oportunidad de mostrar mis productos en mi primera feria. A poco menos de un año después de haber perdido mi trabajo tenía la oportunidad de generar un nuevo ingreso con cosas que jamás pensé que sería capaz de hacer.

Con las ganancias de las ventas y con otro préstamo, me capacité en saponificación en frío, quería hacer productos más elaborados, que fueran hechos por mi desde cero. Cada vez los clientes buscaban cosas diferentes, productos cosméticos libres de empaques, no solo jabones. No tenía idea que eran ni como se hacían y no habían muchos videos como ahora que explican como hacerlos por ti mismo, esos productos no eran tan comunes por lo que los cursos presenciales eran pocos y costosos en Monterrey. Me vi en la necesidad de elaborar mis propias mezclas para hacer shampoo y acondicionador sólido viendo los ingredientes que contenían algunos productos, así, a prueba y error, entré en el mundo de la cosmética sólida. Tuve pocas ventas y las ganancias no me redituaban más que para seguir poco tiempo más en el proyecto. Con algunas quejas de la apariencia de mi producto y con buenos comentarios sobre la efectividad de los mismos, surgieron ideas de mejoras por parte de personas que buscaban alentarme en mejorar mi negocio. Estaba decidida, mejorar o renunciar y esto último no era una opción, porque ya había invertido tiempo, dinero y esfuerzo y no podía perder esto también.

Por un lado tomé clases de costura, compré telas vistosas y mejoré enormemente mis productos reusables. A la par empecé a buscar clases de cosmética natural, ser autodidacta, ya era una página que tenía que pasar. Si iba a seguir en este negocio, tenía que hacerlo bien y olvidarme de la idea de que era un emprendimiento de “por mientras” regresa la oportunidad de mi trabajo como Veterinaria.

Así inició mi búsqueda de cursos. En las redes sociales vi grupos donde promocionaban clases de productos zero waste y con el cinturón amarrado hice mi primera inversión sin necesidad de préstamo y el resultado no fue positivo, cuando compras barato, la garantía es baja. Entre comentarios y quejas del curso, alguien dijo algo acerca de los cursos en línea que ofrecía el grupo Tlalli Khan, ahora Cosmética Paulownia, y cuando le pregunté personalmente, me dijo que eran excelentes así que con algo de dudas entré al grupo, solo para ver (así como en las tiendas).

El ambiente era diferente a otros grupos, era armonioso, de muchas risas, de mucha ayuda y eso me motivó a comprar mi primer taller.

Cuando hice el primer producto del curso y lo probé, enloquecí de emoción, funcionaba a la perfección, recuerdo haberle escrito a Karola y casi llorando le dije (palabras más, palabras menos) “gracias por no estafarme”, espero no se acuerde. Con mayor seguridad y confianza en mis productos, las ventas se dispararon.

De un momento a otro, me tocó ver y ser parte del boom en productos cero desperdicio. En Monterrey se abrían nuevas tiendas y algunas de gran renombre, de pronto la gente se volvió más consciente en comprar productos naturales y amigables con el medio ambiente, la demanda creció, la competencia también. Esto se volvió un reto que no tenía contemplado tan rápido pero me puse manos a la obra. Registré el nombre de la empresa, hice cambio de imagen de la marca, tomé cursos de química cosmética y herbolaria e hice formulaciones nuevas para diferenciar mi producto, compré mejores materiales e insumos para trabajar, eliminé la venta de productos que consideré green washing, no importa si eran los de moda, si no cumplían con la función que prometían y la idea de desperdiciar menos, no serían vendidos. Hice alianzas con proveedores locales de diversos insumos, con idea de un comercio justo y la reducción en la huella de carbono.

La Dahlia Verde ha sido un reflejo de mi crecimiento como persona y un constante recordatorio de dejar un mejor lugar para nuevas generaciones.

Emprender con La Dahlia Verde me ha enseñado a que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Que ante la necesidad, se descubren habilidades que estaban ocultas. Que siempre hay ángeles que sin saberlo, te ayudan a crecer. Que los comentarios y quejas no son negativas, aunque duelan, siempre ayudan a mejorar. Que la educación es esencial en este negocio e invertir en calidad hace la diferencia. Que de la vista nace el amor, por lo que no basta con presentar algo que sirva, tiene que ser atractivo y diferente. Que no importa si algo es lento, mientras sea constante. Que hay altas y bajas, pero si te mantienes firme en tus ideales, si no te dejas caer ni pisotear, puedes alcanzar tus metas. Que lo que das, se multiplica y que no importan los problemas, ni el tiempo, ni las mil barreras que la mente te ponga, siempre tienes la capacidad de salir adelante.

Han pasado ya tres años con el proyecto en forma, aún me quedan retos, como mandar a hacer misetiquetas y entender más las redes sociales, pero ya estoy llena de orgullo. La relación de unidad que se formó gracias al emprendimiento, con mi hijo, mi familia, mis clientes y conmigo misma, se ve reflejada en el amor y la pasión con la que hago cada producto.

Cada pedido es un reto y una bendición.


Sigue a Lourdes Mendoza en su cuenta de Instagram @la_dahlia_verde y conoce sus lindos productos!

 

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