¡El verano ya está aquí en el hemisferio sur! Las energías suben, los días se alargan y la piel pide más atención. Si estás en el hemisferio norte, guarda este artículo de Oula Magazine porque te vendrá genial en unos meses.
Hoy vamos a sumergirnos en uno de los hábitos más sencillos pero poderosos para nuestra salud: la correcta hidratación. No solo hablaremos de agua, sino de cómo hacer que cada vaso sea una experiencia deliciosa y llena de beneficios.
La importancia de la hidratación
Nuestro organismo adulto contiene entre un 50% – 65% agua, y una hidratación adecuada es esencial para cada función del cuerpo. Cuando el nivel de hidratación cae por debajo de un 10%, el cerebro empieza a activar señales de alarma que afectan desde la concentración hasta el estado de ánimo. Para saber cuánta agua necesitas, divide tu peso en kilos por 7. El resultado es el número de vasos de 250 ml que debes beber al día. ¡Es más fácil de lo que parece!
La media de agua en nuestro cuerpo va por etapas según nuestra edad :
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Recién nacidos: Entre el 70% y el 80% de agua
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Bebés y niños: Entre el 60% y el 70% de agua
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Adultos: Entre el 50% y el 65% de agua
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Ancianos: Menos del 50% de agua
Evita los «hidratantes» disfrazados
Cuidado con las bebidas que prometen saciar la sed pero, en realidad, aumentan la deshidratación. Refrescos, jugos azucarados (naturales o artificiales), bebidas energéticas y cervezas pueden causar más daño que bien. Además de los azúcares, contienen aditivos como sucralosa, acesulfamo de potasio y colorantes que, junto a los microplásticos de los envases y saborizantes artificiales, pueden afectar la salud, la microbiota y aumentar la deshidratación.
El descubrimiento de las aguas frutales
Durante un tiempo, caía en la tentación de los dulces a diario. ¿Por qué? La deshidratación es una de las razones más comunes por las que anhelamos azúcar. Cuando no consumimos suficiente agua, el cuerpo no puede metabolizar bien el glucógeno, y esa falta de energía te impulsa a buscar algo dulce. ¿La solución? Agua y más agua.
De hecho, nuestros ancestros obtenían gran parte de su hidratación de alimentos ricos en agua, como frutas y vegetales, lo cual moldeó nuestro organismo para absorber líquidos de las fuentes naturales. Esta adaptación ancestral aún persiste en nosotros y explica por qué muchas veces confundimos la sed con hambre. Incorporar agua entre comidas nos ayuda a honrar esta sabiduría antigua, evitando antojos innecesarios y manteniendo el equilibrio en nuestro cuerpo.
Las aguas frutales: tu aliado saludable
Las aguas frutales son una manera deliciosa de mantenerse hidratado y de disfrutar de las frutas y verduras con alto contenido de agua, como el pepino, la sandía y las fresas. Las frutas de estación, como la sandía, no solo aportan un 90% de agua sino también vitaminas A, B y C, potasio y licopeno. Hacer tus propias aguas frutales es fácil, económico y una opción deliciosa para el verano.
Más mercado, menos supermercado
Optar por alimentos naturales sobre los procesados es una de las mejores decisiones que puedes tomar. Los ingredientes frescos no solo nutren tu cuerpo, sino que te ofrecen posibilidades infinitas. Las aguas frutales son un ejemplo perfecto. En los spas de lujo se sirve “agua de spa”, que es simplemente agua infusionada con frutas y hierbas como cítricos, fresas o menta. La diferencia es que puedes dejar las frutas en el agua y disfrutarlas después.
Agua Detox: una opción saludable y refrescante
¿Quieres llevar las aguas frutales a otro nivel? Las aguas detox, preparadas con frutas alcalinas, son perfectas para limpiar el cuerpo y revitalizar la piel. Los cítricos como la naranja y el limón, ricos en vitamina C y antioxidantes, ayudan a mejorar la absorción de hierro, combatir los radicales libres y prevenir el envejecimiento. Además, apoyan la salud de la piel, el cabello y las uñas, reduciendo la celulitis y calmando la ansiedad por dulces.
Otra gran opción es la piña, que aporta vitamina C, es baja en calorías y tiene un potente efecto diurético. Al añadirla a tus aguas frutales, ayudas al organismo a digerir las grasas y a eliminar líquidos retenidos, promoviendo un sistema digestivo saludable.
